Es común relacionar la arcilla con un utensilio, un objeto funcional o decorativo.A mí, me gusta sentirla y pensarla habitada por el espíritu de la tierra, que la dota de una fuerza vital anterior y antigua, que subyace a la forma. 

 La arcilla es un vehículo primordial que ha estado a disposición, siendo utilizada tanto en la vida diaria como para fines ceremoniales. Un medio a través del cual entramos en comunión con el agua y el alimento, sustanciales para la vida. 

 Modelo en arcilla objetos para uso cotidiano/ritual, sin distinción entre ambos. Lo hago en celebración de las acciones simples y el valor del tiempo y sus procesos. Intento incorporar pulsos y ciclos que me acompasen con el entramado mayor. Para mí, todo acto consciente y sencillo cae dentro del hacer sagrado. 

 En este viaje de la arcilla se aprende la paciencia, el asombro; se entrena en soltar la expectativa y el control sobre el resultado. La creatura cobra vida según los designios del elemento, en ocasiones con más fuerza que la de las propias manos que la trabajaron. Agua, tierra y fuego en constante alquimia, son entregadas al misterio, que decide su forma final. 

Trabajo cada lanzamiento en pequeñas series, con una periodicidad regida por el ciclo lunar. Cada luna nueva, se abastece la tienda con las creaciones correspondientes al ciclo anterior. Después de la gestación, ven la luz.

 Habrá un tiempo para modelado en luna creciente. 

Horneados, esmaltes y otras labores en luna llena y menguante. 

En luna negra se decantará el proceso. 

Compartiré las creaciones y las pondré a vuestra disposición en luna nueva. Así cada nuevo ciclo vuelve a comenzar.

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